21 diciembre 2007

UN NIÑO GITANO EN MENUDA NOCHE


Diario Ideal.
CURIOSIDAD. Marcos quiere ser de mayor científico
Con un microscopio bajo el brazo
El niño Marcos Ordóñez Cortés deslumbra en televisión con sus cualidades mentales, impropias para su edad.Con un microscopio bajo el brazo

A SIMPLE vista Marcos Ordóñez Cortés es un niño normal de seis años que va al colegio, juega con sus muñecos y corretea en el patio con sus compañeros de clase. Sin embargo, esconde una capacidad de memoria asombrosa y una inteligencia despierta que sorprende a propios y extraños cuando habla. Tanto, que ha dejado impresionado al equipo del programa infantil de televisión de Juan Y Medio, donde participó hace unos días y donde volverá a salir esta noche.

«Es una cabeza de diez años dentro del cuerpo de un niño de seis», comenta su padre, Rafael Ordóñez. Las cualidades de Marcos se descubrieron muy pronto y se le llevó a un psicólogo infantil, que determinó un coeficiente intelectual superior a 130. Desde siempre ha mostrado un interés voraz por aprender cosas, con una tenacidad insospechada. «Cuando se propone aprender algo, lo aprende todo», señala su madre, Isabel Cortés. Prueba de ello es que es capaz de recitar de memoria los países del mundo, leyendo de memoria el mapa en su cabeza. También conoce las capitales, mandatarios, el clima, y hasta si son ricos o pobres. Hasta es capaz de saludar en varios idiomas y se ha aprendido los himnos en apenas unos días, reconociéndolos en un par de segundos.

Los padres comentan orgullosos la precocidad de Marcos, que comenzó a hacer preguntas casi al mismo tiempo que empezó a hablar. Con tres años aprendió las partes del cuerpo humano y los números, y hasta se tiró una tarde entera contando del 1 hasta el 1.000. Con cuatro años pasó al estudio de los planetas y ahora su pasión es aprender todo lo relacionado con los países del mundo. De hecho le encanta ver las noticias para aprender más datos.

«En su planeta»

Su padre comenta las habilidades de Marcos con satisfacción, aunque reconoce que su rendimiento escolar podría ser mejor. «Se aburre, se mete en su planeta», asegura. Marcos asegura que lo más le gusta del colegio es salir al recreo, dibujar y colocar pegatinas en los libros, pero luego es capaz de pasarse una tarde entera haciendo un cuaderno de matemáticas. Y no se separa del globo terráqueo y el microscopio. «Su héroe no es Spiderman, sino Dexter, el niño científico», afirma el padre. Y Marcos, cuando se le pregunta, responde que quiere ser «científico de investigación». Y a continuación se pone a inflar globos y a corretear. Marcos no deja de ser un niño, aunque con un potencial muy grande.